RAMÓN SANTOYO

La mejor moneda es... ¡la mía!

12/7/2019

 
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El hecho de que las criptomonedas se autorregulen y pretendan dejar a un lado a los bancos, ahora inclusive a los bancos centrales, ha dado mucho de que hablar especialmente en el último mes.
 
Desde el misterioso nacimiento conceptual de Bitcoin hace unos 10 años ha habido un apetito enorme por ellas dadas sus virtuosas características tecnológicas, facilidades de uso, falta de regulación central, opacidad y espectaculares rendimientos. 
 
A la fecha, según diversas fuentes, hay unas 2,000 criptomonedas alrededor del mundo, algunas de ellas inclusive soberanas como la de las Islas Marshall aprobada hace un par de años para los 53,000 habitantes de esta república situada a la mitad del Océano Pacífico.
 
Siendo honesto salvo Bitcoin y algunos otros ejemplos mínimos ninguna criptomoneda había sido cuestionada por las autoridades financieras centrales al nivel de los últimos días. Quizás esto se debía en parte por el interés que se tenía por aprender de ellas. Inclusive grupos de grandes bancos estudiaban la creación de su propia criptomoneda como es el caso de Fnality en donde Banco Santander, Credit Suisse, ING, UBS y otras instituciones respetables preparan su Utility Settlement Coin (USC) para operaciones internas.
 
Sin embargo, el esperado anuncio de Libra hace menos de un mes abrió la caja de Pandora. Los 2,400 millones de usuarios que pondrían utilizar esta criptomoneda al igual que el dudoso prestigio de Facebook generó reacciones inmediatas de la mayoría de los reguladores entre ellos la Unión Europea y China y hace dos días de los Estados Unidos.
 
Todo parece indicar que en esta época de disrupción digital hay límites. Que abra o llegue a otro país un Challenge Bank puede gustar o no a los usuarios y bancos tradicionales locales, pero es algo que es inevitable y obliga a los segundos a renovarse o morir. Lo que se puede afirmar a partir del anuncio de Libra es que por ahora los Challenge Central Banks, por lo menos por su volumen de operaciones, no están en la agenda de ningún gobierno.  Los bancos centrales y reguladores quieren, y requieren, tener todas las herramientas posibles para hacer su trabajo.  Recordemos que las crisis financieras fuera de control tiran gobiernos como fue el caso de Albania en 1997
 
Es por esto que el tweet del presidente Trump confirma lo que esperábamos: que su país no está dispuesto a aceptar cuestionamientos de este tipo ni siquiera de una compañía americana.  Además, como diría cualquier potencia, y él lo expresa implícitamente en su tweet: la mejor moneda… ¡es la mía!

​Ramón Santoyo


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